A su Merced

Texto e imágenes: Michelle López

Pocas cosas alcanzan el glamour que se asocia con las pasarelas. Modelos hermosas, estilo impecable, revistas y cámaras por doquier; bien se antoja como un acontecimiento de exquisito refinamiento.

Pero nada más alejado de la verdad.

En el reciente Mercedes-Benz Fashion Week, realizado de 29 de septiembre al 3 de octubre en Campo Marte, pude conocer las tendencias que dominarán durante la temporada Primavera – Verano 2015. Pineda Covalin, Macario Jiménez, Pink Magnolia, Trista, y Lydia Lavín, son algunos de los diseñadores que presentaron sus colecciones en esta plataforma. Tratándose de mi tercera visita a los desfiles de temporada, me es posible distinguir la evolución de estilo en cada trabajo.

Jornada tras jornada, la pasarela se engalanó con multitud de telas, formas y texturas. Un peculiar dominio del color negro, peculiar considerando que se trataba de las muestras primaverales. Algunas marcas, como Pineda o Lydia Lavín, realizaron colaboraciones con otras firmas creativas; la gran mayoría se asoció con poderosas empresas en un intercambio de lustre y patrocinio. El público, conformado principalmente por socialités y  figuras del espectáculo, aclamó cada pieza.

No es un secreto que estas ocasiones constituyen una feroz batalla de estilo y la búsqueda de dejar la mayor impresión. Sin embargo, esta lucha alcanza su mayor punto entre los hombres. Paseando por el lobby, repleto de anuncianetes y medios, nos hemos topado con todo lo habido y por haber en la moda masculina: cabello de cualquier tono imaginable, tacones, faldas, estoperoles, capas… las opciones son infinitas, y las mujeres hasta lucen discretas en comparación. Ellas quieren lucir guapas; ellos simplemente quieren lucir.

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Hasta aquí vamos bien.

Pero cada visita al Mercedes es una experiencia bizarra por decir lo menos. Se trata de una odisea de filas, de teléfono descompuesto para tratar de resolver una duda, de esperas, de pasar más tiempo lidiando con guardias y asistentes que con diseñadores. Cada pregunta que formula un asistente debe pasar al menos por tres ayudantes y organizadores, y nunca podemos librarnos del todo del clásico No te sabría decir. El personal de seguridad se erige con suprema prepotencia, y cada día que regresamos a los desfiles encontramos una actitud peor.

Me preocupo porque este año llevo nuevas redactoras de la sección de moda, niñas que venían al desfile con ilusión y que les ha tocado llevarse cubetadas de agua helada. Cada jornada es preparar a una redactora nueva, explicarle los funcionamientos y diseñar el manual de supervivencia. Y esperar, esperar muchísimo.

Entre espera y espera, nos hacemos de amistades casuales entre bloggers y editores, y es la misma historia en todos ellos –hartazgo. Visitantes frecuentes coincidimos en que, de alguna manera inexplicable, los defectos de planeación logran crecer cada año. No son pocas las personas que intentarán no ser enviados a la próxima edición, o que al menos consideran cambiar el tono de sus notas y reportes. ‘Si seguimos alabándolos y callando lo demás,’ me dice una editora, ‘se lo van a creer y nunca cambiarán nada.’

Nos habría gustado que la misma calidad apreciada en los desfiles se hubiese visto en la organización del evento y el trato que recibía la prensa. Tratándose de la decimosexta edición del Mercedes, se agotan los pretextos y justificaciones para las múltiples crisis que encontramos, cada una más evitable que la anterior.

Supongo que, como es característico de este espectáculo, sólo queda esperar.