Los androides también pueden amar

Por: Jesús R. Cruz López

Ilustración: Kate Sallai

Robot Heart

Según mi creador, me programó a su imagen y semejanza. Es curioso, al parecer esa cosa a la que los humanos llaman “Dios” también les creo a su imagen y semejanza. En este sentido, supongo que los humanos son mis dioses.

Eso me importa poco, sé lo que soy y no necesito de dioses o humanos para tener un propósito. Es más, puedo describirte a la perfección cómo estoy construido: un cuerpo de última generación, hecho de una aleación entre acero y latón; un motor o “corazón” de engranajes en movimiento perpetuo, diseñado para durar por siempre; un software en constante crecimiento que me permite razonar y aprender, y un elemento no material que los humanos llaman “alma” aunque, si me lo preguntas, esa tal alma no existe en mí.

Sin embargo, he tenido inquietudes por un rato. En mi motor siento un calidez nada asociada con un sobrecalentamiento mecánico y en mi cuerpo percibo escalofríos a pesar de no tener piel. Informé de estos cambios a mi creador, solo se sonrió y dijo una simple palabra: “Amor, estas sintiendo amor”.

¡Qué tontería! ¿Acaso no sabe que soy un androide? No soy capaz de tener sentimientos, mucho menos de amar. Si bien está dentro de mi programación simular estas sensaciones, son sólo esto: imitaciones. Es imposible que sienta amor, no es práctico ni ayuda a mi software a crecer.

He de tener algún error en mi código, un defecto de fábrica, algún virus se habrá colado en mi programación… Un momento… ¡Eso es! ¡Se ha colado un alma en mi sistema! Todo cobra sentido ahora.

Es impráctico tener un alma dentro de mí, he de estudiarla para saber como deshacerme de ella. Se siente como una enfermedad de las que hablan tanto los humanos, incluso tiene sus propios síntomas: capacidad de procesamiento lento, fallas mecánicas sin razón, sobrecalentamiento de los sistemas entre muchos otros.

Por ahora solo puedo aguantar mis fallas mientras me deshago de este mal llamado alma. Mientras tanto mi creador ríe, ¿Qué sabrá él de amor? Si un ser tan perfecto como yo no puede definirlo, mucho menos podrá él.

 

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